jueves, 3 de octubre de 2013

GEN DE LA LONGEVIDAD
Las sirtuinas, proteínas a las que se atribuía la capacidad de aumentar significativamente la esperanza de vida de un determinado número de organismos, en realidad no afectan a la longevidad de los seres vivos, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature.


Las sirtuinas habían sido previamente relacionadas con el envejecimiento y la longevidad en la levadura, los gusanos nematodos y la mosca de la fruta, los organismos utilizados como modelos para la biología del envejecimiento humano. Los investigadores habían demostrado que cuando los genes del organismo producen un exceso de sirtuinas su vida útil se extendía de manera significativa, en los nematodos hasta en un 50 por ciento. Tal fue el revuelo causado que el gen productor de la sirtuina fue apodado "gen de la longevidad". Tras publicarse estos resultados, se comercializaron una serie de cremas antiedad que conteníanresveratrol - un componente de origen vegetal encontrado en el vino tinto - con el supuesto objetivo de activar la producción de sirtuinas. 


Pero el nuevo estudio, realizado por investigadores británicos, húngaros y estadonidenses, ha echado por tierra estas ideas. Los científicos examinaron por primera vez dos cepas diferentes de gusanos nemátodos que habían sido manipulados genéticamente para que el gen productor de sirtuinas fuese hiperactivo. Como era de esperar, estos gusanos vivieron más que los gusanos control (es decir, los gusanos que no habían sido manipulados genéticamente). Sin embargo, después de que se tomaran precauciones para asegurar de que la única diferencia entre los gusanos control y los gusanos de prueba fue la elevación de los niveles de sirtuinas, el efecto en la 
longevidad desapareció. Esto implica que son otros factores genéticos los que promovieron la longevidad obsevada inicialmente. En una de las dos cepas originales, los investigadores identificaron una mutación en un gen involucrado en el desarrollo de las neuronas.


Los investigadores examinaron a continuación una versión transgénica de la mosca de la fruta,Drosophila melanogaster, en la que se elevaron los niveles de sirtuinas. Este modelo transgénico había sido objeto de investigaciones anteriores que parecían mostrar que la sobreactivación de las sirtuinas en la mosca de la fruta la dotaba de una significativa longevidad. Los investigadores fueron capaces de demostrar de nuevo, mediante los resultados de este nuevo estudio, que son otros factores genéticos, no relacionados con los genes de sirtuinas, la verdadera causa de la longevidad. 

Según David Gems, investigador del Instituto de Envejecimiento Saludable del University College de Londres (Reino Unido) y coautor del trabajo, "estos resultados son sorprendentes". "Hemos vuelto a examinar los principales experimentos que relacionan las sirtuinas con la longevidad en los animales y hemos descubierto que sus resultados no se sostienen tras un riguroso escrutinio de las sirtuinas, que parecen no tener nada que ver con la extensión de la vida", concluye. 
Basta fijarse en el kilometraje y el año del modelo de un coche para hacerse una idea del estado en que se encuentra. El desgaste del uso y el paso del tiempo se habrán cobrado un peaje inevitable. Lo mismo podría aplicarse al envejecimiento humano. Pero la comparación tiene su talón de Aquiles en la diferencia crucial entre las máquinas y los organismos: en los sistemas biológicos el deterioro no es inexorable, pues éstos responden al entorno y utilizan su propia energía para defenderse y autorrepararse.
Se admitía antaño que el envejecimiento constituía, además de un proceso de deterioro, la prolongación del desarrollo genéticamente controlado de un organismo. Alcanzada la madurez de un sujeto, sus "genes del envejecimiento" tomaban las riendas de su progreso hacia la muerte. Una hipótesis que ha quedado desacreditada. El envejecimiento corresponde sólo a un desgaste debido al decaimiento de los mecanismos de mantenimiento y reparación del cuerpo. La selección natural, parece lógico, no encuentra razón alguna para mantenerlos operativos, una vez que el individuo ha pasado la edad reproductora.
En síntesis                                                                
Los genes que controlan la capacidad para hacer frente a las adversidades provocan cambios que, de forma temporal, dotan al individuo de recursos extra para la supervivencia.

Si se activa durante un período prolongado, esta respuesta al estrés alarga la vida y previene la enfermedad en organismos muy alejados filogenéticamente.

Quizá las sirtuinas, una familia de genes, sean las reguladoras de este mecanismo de supervivencia.

El conocimiento de su actividad, beneficiosa para la salud y la longevidad, conduciría al desarrollo de tratamientos médicos y, por fin, a una vida más larga y libre de enfermedades.




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